La exigencia de la comunidad científica es fuerte en lo que a publicaciones se refiere. Nadie quiere perder su tiempo, y cualquier publicación falsa o mal fundamentada es duramente criticada. El reconocimiento de un investigador puede estar en entredicho según la relevancia y la consistencia de sus publicaciones. Lo mismo sucede con las publicaciones científicas de prensa, aunque sean en plan divulgativo (como esta misma sección). Es por eso que ha pasado más de un mes para que la prensa científica internacional empezara a hablar del supuesto hallazgo de una pirámide en Bosnia. Yo por mi parte he preferido esperar a que algún periódico español hablara del tema antes de presentar mis propias divagaciones. Y el periódico en este caso ha sido la edición digital de El Mundo, que cuenta que la UNESCO va a visitar la zona del hallazgo a petición del presidente de Bosnia-Herzegovina, Sulejman Tihic.
La UNESCO ha recibido muy positivamente la petición afirmando que las informaciones que les llegan son muy interesantes. Por su parte el antes mencionado mandatario Bosnio no ha tenido reparo en afirmar que la pirámide hallada es más grandiosa que todas las egipcias. Aprovechando su ponencia en la última cumbre de los Balcanes, celebrada en Opatija, defendió que la pirámide realmente está allí y que cuando el hallazgo sea confirmado definitivamente, cambiará la historia de Europa y del mundo.
Este es el extremo en el que todos están de acuerdo: cambiaría la historia del mundo. Pero como es fácil imaginar, no todos lo enfocan desde el lado positivo. El editor ejecutivo de la reconocida revista “Archaeology”, Mark Rose, afirmaba que un hallazgo de estas características sería equivalente a encontrar un avión 747 en un yacimiento romano. A lo que añade que no es necesario ir hasta Bosnia para saber que tal cosa no es posible. Otros declarados detractores de peso son Curtis Runnels de Boston University y Anthony Hardy, presidente de la Asociación Europea de Arqueólogos.
La experiencia de Hardy nos muestra otra faceta de lo voraz que puede ser la comunidad científica. Él no tiene nada que ver con las excavaciones, ni ha podido ir personalmente. Sin embargo menciona a colegas de profesión que sí han ido, pero que no puede nombrar no vaya a ser que salgan perjudicados... y esto siendo meros observadores. Tantos miedos, y la confirmación sigue en el aire.
La guinda de los dimes y diretes la pone el protagonista de la historia: Semir Osmanagić, responsable de las excavaciones y autodeclarado descubridor de la pirámide. Sus críticos lo acusan de ser un amateur sin estudios que se las da de Indiana Jones. Además han puesto el grito en el cielo ante la posibilidad de que Osmanagić esté destruyendo verdaderos hallazgos arqueológicos con su historia de la pirámide.
El equipo de Osmanagić responde a las acusaciones invitando a cualquier interesado a visitar las excavaciones. Además han publicado la web www.bosnianpyramid.com en la que aparece un extenso reportaje gráfico de las excavaciones. Llama la atención la enorme formación montañosa con forma piramidal en la portada. Las fotografías de niños bosnios sentados sobre grandes rocas cúbicas hacen pensar que, si no es una pirámide, alguna cosa habrá debajo de ese montículo.
Pero el que suscribe calla cual mirlo con angina de pecho. Antes bien prefiere preguntarse, para sí o para no, de ser cierta toda esta historia, ¿qué endiablada civilización se nos ha escurrido entre los dedos hasta el punto de no dar señales de su existencia durante miles de años, y finalmente aparecer grandiosa con semejante monumento? Cuando menos, el tema es bien sospechoso.