George Orwell hizo de gran parte de su literatura un amplio estudio de los regímenes en los que el bien común y el Estado prevalecen sobre los derechos del individuo. En su novela “1984” nos describe una sociedad de este tipo, en la que nada escapa a las cámaras del Gran Hermano. Todos están controlados por su penetrante mirada. Y para que esto sea más notorio, las cámaras de esta oprimida sociedad no son como las que nosotros conocemos, sino que son cámaras escondidas detrás de imágenes donde aparece el rostro serio e inflexible de su líder: El Gran Hermano. De este modo no sólo estaban siendo observados en la práctica, sino que además se sentían presionados por el hecho de tener alrededor todas esas imágenes con esa mirada que cortaba la respiración. Por si todo ese tinglado de imágenes no fuera suficiente, añadían textos del tipo “El Gran Hermano te está observando”, dando al asunto un carácter más personal y de cada ciudadano.
Haciendo un paréntesis, las similitudes que todo esto tiene con el conocido subproducto televisivo que aliena las sobremesas y noches de muchos españoles, carece de interés para este artículo. Hoy hablamos de miradas penetrantes.
Porque la idea de Orwell de ponerte en las narices a un tipo con cara de pocos amigos no es ninguna tontería. El cerebro, casi desde los primeros años de vida, está más que acostumbrado a responder según lo que interpreta de las caras que ve. Es de sobra conocido que los bebés miran instintivamente las caras de sus madres para saber si la situación en la que se encuentran es peligrosa o no.
El equipo de Melissa Bateson, de la Universidad de Newcastle ha publicado hace pocos meses un trabajo en este sentido en el Biology Letters. Para ello se sirvieron de las llamadas huchas de honestidad. Y como otras veces utilizaron a los alumnos de su campus universitario para el experimento. Las huchas de honestidad no son nada nuevo como a continuación veremos. Lo que hicieron fue colocar a la entrada de las facultades una serie de bebidas y dulces, todos ellos a un precio fijo por unidad, y al lado una hucha para que cada alumno pusiera el dinero de lo que gastaba. Todo ello sin vigilancia, de tal manera que dependía de la honestidad de cada alumno el pagar o no la consumición. Hay muchos estudios hechos sobre estas huchas, pero para este en particular la novedad era que algunas de estas huchas tenían en la pared junto a ellas un enorme póster con unos ojos de mirada penetrante a lo Gran Hermano de George Orwell, mientras que otras tenían un póster con flores.
El resultado fue que los alumnos pagaban un promedio de 2.76 veces más cuando tenían delante el póster de los ojos. Casi el triple de honestidad, inducida simplemente por la reacción que produce en nuestro cerebro el ver dicha expresión facial.
El cuerpo de policía de West Midlands, en Reino Unido, ha tomado buena nota de esta experiencia y ha preparado una campaña, bautizada como “Operación Momentum”, orientada a reducir el crimen durante el próximo otoño. Sus informes indican un aumento relativo de actos criminales durante los meses de octubre y noviembre. Así que han planeado colocar enormes carteles publicitarios por sus principales núcleos urbanos con la imagen de unos ojos penetrantes en blanco y negro y un texto en letras bien grandes que reza: “Tenemos los ojos puestos en el crimen”. Para navidades sabremos si la campaña ha dado el resultado esperado.
sábado, septiembre 09, 2006
lunes, septiembre 04, 2006
Llámese planeta
La noticia “Plutón deja de ser planeta” lleva implícita la vieja historia sobre las definiciones y los límites, no sólo en ciencia, sino en todas las cosas. Nada es perfectamente blanco o negro, y por eso no debe sorprender que más de 2500 astrofísicos de la Unión Astronómica Internacional (I.A.U.) expusieran apasionadamente sus puntos de vista cuando fueron reunidos en la misma sala para determinar si Plutón es o no un planeta. Porque el, llamémosle, objeto en cuestión tiene propiedades que lo hacen digno de ser elevado a la categoría de planeta, y también otras como para que no.
Cuando fue descubierto en 1930, se consideró inmediatamente como un planeta por ser un objeto que orbitaba alrededor del Sol. Además de los planetas, también orbitan el Sol algunos cometas, los asteroides del cinturón entre Marte y Júpiter, y una suerte de objetos relativamente pequeños que van por su cuenta. Pero Plutón no mostró indicios de ser ninguno de estos casos. Por tanto, planeta.
Desde hace años hay científicos afirmando que mantener a Plutón en la lista de planetas no es más que un compromiso con la historia. Porque según dicen, si hubieran descubierto Plutón hoy en día, de ningún modo lo habrían incluido en la lista de planetas.
Estas son, finalmente, las definiciones que han publicado en la reunión de la I.A.U.:
-Cuerpo de primera categoría (Planeta): “Un planeta es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda, y que ha despejado las inmediaciones de su órbita”.
-Cuerpo de segunda categoría (Planeta Enano): “Un planeta enano es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda; que no ha despejado las inmediaciones de su órbita y que no es un satélite.”
-Cuerpo de tercera categoría (Otros): “Todos los demás objetos que orbitan alrededor del Sol son considerados colectivamente como cuerpos pequeños del Sistema Solar ”.
¿Qué es lo que ha excluido a Plutón de la primera categoría? Pues lo último que dice la definición: ha despejado las inmediaciones de su órbita. Plutón no cumple esta propiedad ya que su órbita es oblonga y se superpone a la de Neptuno en dos zonas. Por tanto no está precisamente “despejada”. Su “reducido” tamaño también ha servido de argumento para querer excluirlo, o el hecho de que todos sus planetas vecinos sean enormes bolas de gas, y él no.
Pero todo esto sólo son definiciones; etiquetas que ponemos a las cosas para catalogarlas, diferenciarlas. Dicho de otra forma, sólo es el paso previo antes de hacer ciencia. Porque Plutón sigue siendo Plutón, un cuerpo todavía muy misterioso para nosotros. Y como él hay muchos otros que son controvertidos por la definición que les dan. Por ejemplo existen asteroides tan grandes y redonditos como un planeta pequeño. O planetas lo bastante grandes y calientes como para ser considerados como un tipo de estrellas llamadas enanas marrones.
No en vano había en la conferencia de la I.A.U. quien esperaba que el número de planetas no sólo no se viera reducido a 8, sino incluso aumentado a 10, al incluir a Xena, que es una bola de hielo un poco más grande que Plutón, y que también orbita nuestro Sistema Solar. Desde luego no nos faltan puntos de vista.
Cuando fue descubierto en 1930, se consideró inmediatamente como un planeta por ser un objeto que orbitaba alrededor del Sol. Además de los planetas, también orbitan el Sol algunos cometas, los asteroides del cinturón entre Marte y Júpiter, y una suerte de objetos relativamente pequeños que van por su cuenta. Pero Plutón no mostró indicios de ser ninguno de estos casos. Por tanto, planeta.
Desde hace años hay científicos afirmando que mantener a Plutón en la lista de planetas no es más que un compromiso con la historia. Porque según dicen, si hubieran descubierto Plutón hoy en día, de ningún modo lo habrían incluido en la lista de planetas.
Estas son, finalmente, las definiciones que han publicado en la reunión de la I.A.U.:
-Cuerpo de primera categoría (Planeta): “Un planeta es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda, y que ha despejado las inmediaciones de su órbita”.
-Cuerpo de segunda categoría (Planeta Enano): “Un planeta enano es un cuerpo celeste que está en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para tener gravedad propia para superar las fuerzas rígidas de un cuerpo de manera que asuma una forma equilibrada hidrostática, es decir, redonda; que no ha despejado las inmediaciones de su órbita y que no es un satélite.”
-Cuerpo de tercera categoría (Otros): “Todos los demás objetos que orbitan alrededor del Sol son considerados colectivamente como cuerpos pequeños del Sistema Solar
¿Qué es lo que ha excluido a Plutón de la primera categoría? Pues lo último que dice la definición: ha despejado las inmediaciones de su órbita. Plutón no cumple esta propiedad ya que su órbita es oblonga y se superpone a la de Neptuno en dos zonas. Por tanto no está precisamente “despejada”. Su “reducido” tamaño también ha servido de argumento para querer excluirlo, o el hecho de que todos sus planetas vecinos sean enormes bolas de gas, y él no.
Pero todo esto sólo son definiciones; etiquetas que ponemos a las cosas para catalogarlas, diferenciarlas. Dicho de otra forma, sólo es el paso previo antes de hacer ciencia. Porque Plutón sigue siendo Plutón, un cuerpo todavía muy misterioso para nosotros. Y como él hay muchos otros que son controvertidos por la definición que les dan. Por ejemplo existen asteroides tan grandes y redonditos como un planeta pequeño. O planetas lo bastante grandes y calientes como para ser considerados como un tipo de estrellas llamadas enanas marrones.
No en vano había en la conferencia de la I.A.U. quien esperaba que el número de planetas no sólo no se viera reducido a 8, sino incluso aumentado a 10, al incluir a Xena, que es una bola de hielo un poco más grande que Plutón, y que también orbita nuestro Sistema Solar. Desde luego no nos faltan puntos de vista.
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