Hay mediciones que hoy se dan por sentado, y pocos recuerdan cuándo se hicieron por primera vez, y lo mucho que costaron. En aquellos tiempos la ciencia se mezclaba de forma romántica con aventuras y peligros. Aunque también tenía el desencanto de mucho esfuerzo y pocos frutos. Es el caso de la medición del tamaño de la Tierra.
Cuando se pregunta al viandante sobre esta medición, muchos recuerdan de sus estudios de secundaria la historia de Eratóstenes (s.III a.C), que comparó la sombra que el Sol proyectaba en Alejandría a mediodía con la de Siena a la misma hora. Y así estimó el tamaño de la Tierra. Pero este cálculo y todos los que se hicieron en los siguientes 2000 años se basaban en asumir que la Tierra era una esfera perfecta. ¿Cuándo se dedujo por primera vez que la Tierra tenía la forma oblonga y amelonada que hoy conocemos? Pues esa fue una de las primeras deducciones tras la publicación del Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de Isaac Newton: La rotación de la Tierra en oposición a su propia gravedad, implica el achatamiento de los polos. Pero fue una deducción teórica, y necesitaba confirmación experimental.
Así que la Academia de las Ciencias en París decidió enviar a Charles Marie de La Condamine y Pierre Bouguer con una expedición al Perú para comprobar esta teoría. ¿Y porqué Perú? Porque necesitaban medir la longitud de un grado terrestre en un lugar cercano al ecuador, y comprobar que la distancia era diferente de si medías ese mismo grado en el polo, o por ejemplo en Francia. ¿Y porqué Perú y no... Guinea Ecuatorial? Porque pensaron que con tanta montaña y tanto valle tendrían muy buenas vistas para sus aparatos de medición... Craso error: En el Perú llevaron a sus mulas al agotamiento extremo para cruzar ríos, atravesar selvas y subir montañas imposibles que al final les daban muy malas vistas por la frecuente niebla.
Y no sabemos qué desventuras habrían sufrido en África, pero sus andanzas andinas fueron de película. En Quito consiguieron provocar a los locales hasta el punto de que fueron expulsados a pedradas de la ciudad. El botánico de la expedición se volvió loco. Otros con peor suerte murieron de distintas enfermedades locales. El médico de la expedición fue asesinado por un lío de faldas. Y un miembro se separó del grupo con una chiquilla de 13 años, y no se volvió a saber más de él.
De La Condamine y Bourguer debieron tener una bronca monumental en medio de tantos problemas, y a pesar de continuar la expedición dejaron de hablarse. Después de nueve años de trabajo, y con las mediciones casi terminadas, les llegó la noticia de que no habían sido los primeros en confirmar la teoría. Ya que una expedición enviada al Polo Norte había enviado sus propios resultados unos meses antes que ellos, confirmando lo que había postulado Newton. Sin embargo terminaron su trabajo (confirmando una vez más lo mismo) para luego irse cada uno por su lado.