Lejos de empezar por misteriosos boquetes cósmicos, o portales a universos paralelos, lo primero que se debe decir al explicar un agujero negro es que se trata de un objeto con una enorme cantidad de masa concentrada en una zona mínima. Básicamente, un objeto extremadamente denso. Así, para que la Tierra tuviera la calificación de agujero negro sería necesario que toda su masa quedara condensada en el tamaño de un guisante. El sol, por su parte, debería caber dentro de un balón de fútbol. La forma de llegar a una situación tan límite viene ocurriendo en el colapso de las estrellas cuando la masa y la energía de éstas son las apropiadas. Son negros, como su nombre indica, porque la luz no escapa a su atracción gravitatoria, y por tanto no podemos verlos.
Pero en lugar de hablar de generalidades, un caso recientemente observado puede darnos una idea más gráfica del tema. Nuestro objeto en cuestión se llama Sagitarius A* (SgtA*), y se encuentra en el centro de nuestra galaxia. Lleva vigilado por el satélite Chandra de la NASA desde el verano de 1999. Chandra está preparado para detectar rayos X, que no podemos ver desde tierra porque la atmósfera los filtra. Sin embargo, la sorpresa no vino hasta febrero de 2002, cuando una estrella cercana a SgtA*, que llamamos S2, empezó a acelerar violentamente dibujando una órbita con forma de elipse alrededor de SgtA*. Algo parecido a la tierra girando alrededor del sol a gran velocidad, pero sin que se vea el sol. Una estrella orbitando alrededor de una zona negra.
S2 recorrió entre marzo y julio de 2002 una distancia equivalente a 3 sistemas solares como el nuestro, es decir, unos dos millones de kilómetros por hora. Gracias a conocer su velocidad, y el dibujo de su trayectoria, hemos podido calcular que el objeto SgtA* tiene una masa de 2,7 millones de veces la masa del sol. Todo esto hace que podamos suponer que SgtA* pertenece a la categoría de agujeros negros supermasificados.
Pero la cosa no quedó aquí. A finales del verano de 2002, SgtA* comenzó a emitir luz en frecuencia infrarroja. Como esta frecuencia atraviesa bien la atmósfera, pudimos usar el VLT (Very Large Telescope) de la ESO (European Southern Observatory) en Chile para registrarlo. ¿Pero no era un agujero negro? ¿Cómo es que emite luz en frecuencia infrarroja? Bien, no es SgtA* el que emite, sino polvo estelar arrancado de la estrella S2 durante los 3 meses anteriores. Conforme el polvo se acerca al agujero negro, se calienta, y emite luz infrarroja. Mientras no se acerque demasiado a SgtA*, la luz consigue escapar, y llega hasta nosotros delatando el lugar del desastre. Además, no sólo pudimos ver la caída, sino que además vimos al polvo estelar girando en espiral conforme caía, del mismo modo que el agua cuando se va por el desagüe. Estas rotaciones son tan tremendamente violentas, que pueden alcanzar la décima parte de la velocidad de la luz sirviéndonos de laboratorio para poner a prueba la relatividad de Einstein. Las conclusiones son increíbles: esos 2,7 millones de soles se han podido meter en el espacio en el que cabrían sólo mil soles, o incluso menos.
Esto convierte a SgtA* en uno de los agujeros negros más grandes que hemos registrado. Más impresiona pensar que para ver este espectáculo no ha hecho falta ir a ninguna lejana galaxia, sino que lo tenemos aquí, en nuestra familiar Vía Láctea. ¿Qué nos quedará por ver fuera de casa?
Emisión infrarroja en el entorno del objeto SgtA*
2 comentarios:
Es sorprendente la verdad!!! por que se supone que esto lo pudimos ver en casa y digamos ahora que no podriamos ver fuera de ella!!!
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