sábado, junio 18, 2005

Vida en la burbuja

Un adecuado cuidado de las mascotas que tengamos en casa comienza por una atención específica a sus necesidades vitales, así como atender a los pormenores de su psique y su higiene. Deberíamos elegir la raza de perro adecuada al tamaño de la casa en la que va a vivir, y en función de las veces que lo podamos sacar y del tiempo que podemos estar en compañía de ellos. Los gatos, ya se sabe, se las suelen apañar bien, aunque también hay características que hacen a unos más idóneos que a otros. Los peces y pájaros tienen una enorme sensibilidad a la luz y la temperatura. Más delicados son los peces, que requieren un mantenimiento exquisito de la pecera. Mucha gente todavía no se informa bien antes de llevar un animal de compañía a su casa.
Hay sin embargo un experimento de la NASA que ha evolucionado hasta llegar a ponerse a la venta para el público en general. Se trata de las llamadas ecoesferas. El propósito inicial de la NASA era encontrar maneras de transportar sistemas cerrados de vida que duraran el tiempo suficiente para llegar, digamos, a Marte, y que una vez allí pudieran servir para proporcionar agua, alimento y aire a los humanos colonizadores del planeta. Toda una empresa.
Para ello se propusieron ecosistemas sencillitos que fueran capaces de durar como poco un par de años encerrados en una burbuja de cristal hermética. La luz sería la única aportación exterior al ecosistema. Agua de mar adecuadamente filtrada llena estas burbujas hasta algo menos de dos tercios de su capacidad. Un selecto baño de microorganismos se extiende por todo el agua. Un tipo de alga oscura parte desde unos cimientos de piedrecitas al fondo de la burbuja, hasta incluso salir por encima de la superficie del agua. Y por último se encuentran los que tal vez tengan más protagonismo en todo el sistema: unos cuantos camarones, que se sabe muy rara vez muestran una conducta agresiva entre ellos.
El ciclo está cerrado y bien cerrado. La luz junto con el dióxido de carbono del agua sirve para que las algas produzcan oxígeno. Este oxígeno es respirado por los camarones, que a su vez comen algas y microorganismos. Cuando la vida de algún camarón toca a su fin, son los microorganismos los que se encargan de procesar los restos mortales y convertirlos en alimento para las algas. Y de esta manera se cierra este pequeño círculo de vida, tan sumamente delicado.
Como se puede ver, la burbuja y sus habitantes casi no necesitan de nuestra atención y cuidados. Sólo hay una cosa muy importante que debemos tener en cuenta: La cantidad de luz que reciba la burbuja no debe ser ni mucha ni poca. Un periodo de más de 60 horas de oscuridad acabaría completamente con la vida del sistema, empezando por una degradación de las algas, que a su vez no aportarían los nutrientes necesarios para los camarones. En cambio, si la burbuja recibiera más de 12 horas diarias de luz, el excesivo crecimiento de las algas consumiría rápidamente los recursos disponibles, acabando todo en un desastre parecido. Nunca, nunca debe dejarse una ecoesfera expuesta a la luz directa del sol. Siempre deben de estar lejos de las ventanas. La temperatura ideal está entre los 15 y los 30ºC, aunque los efectos negativos de no respetar estos márgenes pueden tardar más en manifestarse.
Las ecoesferas se venden por Internet en www.ecosferas.com y a pesar de ser un poquito caras, son toda una lección sobre el equilibrio de la vida y la complejidad de los sistemas autosostenidos. El experimento ideal para hacer un diario en la clase de ciencias. Si les gustan este tipo de cosas, no se lo pierdan.

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