Cuenta un anónimo en la lengua de Shakespeare, que existía hace mucho tiempo un reino entre los muchos de oriente, llamado Serendip. Se encontraba este reino en una isla que posteriormente conoceríamos como Ceilán, y a día de hoy como Sri Lanka. La historia de Serendip es, como muchas otras, una elaborada mezcla de ficción y... tal vez más ficción, que se pierde relatos, cartas y cuentos de generaciones pasadas.
De todos ellos tenemos documentada la historia de “Los Tres Príncipes de Serendip”, que eran afortunados no ya por su rancio abolengo, sino por poseer el don de descubrir cosas por casualidad. Y cuando digo casualidad me refiero sobre todo a que las descubrían sin estar buscándolas en primer lugar. Este don no carecía de altas dosis de espíritu observador, y acierto científico; algo que el resto de los mortales solemos adquirir con la ayuda de un buen maestro.
En el siglo XVIII, Horace Walpole quedó fascinado con el relato de Serendip, y puso nombre al don de los príncipes: “Serendipity”. La palabra tuvo buena acogida entre los angloparlantes de este y el otro lado del océano, y pasó a ser de uso común. El 28 de Enero de 1754, Walpole escribe a su tocayo Horace Mann una carta que pone de manifiesto su fascinación por el asunto, y de la que traduzco el siguiente extracto:
“...este descubrimiento es casi de esos que yo llamo serendipity, palabra muy expresiva, que como no tengo nada mejor que contarte, me propongo ahora explicarte: la comprenderás mejor por sus orígenes que por su propia definición. Leí una vez un cuento de hadas llamado Los Tres Príncipes de Serendip: mientras sus altezas viajaban, hacían continuamente descubrimientos, por accidente y sagacidad, de cosas que no iban buscando: por ejemplo, uno de ellos descubría que una mula tuerta del ojo derecho había andado mucho últimamente por el mismo camino, porque la hierba sólo se veía comida en el lado izquierdo, incluso siendo de peor calidad que la de la derecha-- ¿entiendes ahora el significado de serendipity?”
Serendipity ya es una palabra incluida en diccionarios ingleses como el Webster americano, o el John Wiley & Sons. Se ha desarrollado una acepción que tiene más que ver con el comienzo fortuito de algunos romances, y que da título en 2001 a la película “Serendipity”. En castellano, Serendipia o lo que sea, tiene todavía un largo camino hasta ser elevado a los cánones de la Real Academia de la Lengua.
Contemos, en la historia de la ciencia, algunos ejemplos de serendipitiosidad o serendipitiosismo:
Arquímedes en la bañera, experimenta una sensación de reducción en el peso conforme su cuerpo desplaza el agua, que va rebosando por los bordes. El volumen de cuerpo sumergido es igual al volumen de agua desplazada. En la euforia de su hallazgo sale a la carrera desnudo y gritando “¡Eureka!”.
Volta, en su diseño de la primera pila, dio coherencia a los hallazgos serendípicos de Galvani, cuando demostró que se produce corriente eléctrica al poner dos metales dispares en contacto a través de una solución electrolítica.
En pruebas para desarrollar pegamentos más resistentes, uno de los modelos salió especialmente mal, pero más adelante, los diseñadores del archiconocido “Post-it” lo volvieron a sacar del cajón, y tras algunas mejoras dieron con un filón en lo que a material de oficina se refiere. Hoy cuelgan recordatorios de millones de escritorios, y todo por un pegamento que en principio se desechó como inútil.
¿Alguién conoce más casos? No son tremendamente frecuentes, pero a lo largo de siglos tampoco son escasos. Nunca viene mal un pequeño empujón de la suerte, o como dicen algunos, una visita del Espíritu Santo.
Fuente: cienciateca.com
1 comentario:
ehhhh.
autor de blog and Dave.
how you read a thing in spanish and answer in english!
a mi me gustó tu texto, resulta que hoy descubrí esta palabra.
y me siento parte de ella.
vi tu blog, la reacción, es que tu veas algo del mío. con eso siempre basta. con probar.
www.davidhormazabal.blogspot.com
Publicar un comentario