Por fin pasamos a la acción. El año 2005 se presenta como el primer año en el que los gobiernos que han suscrito el Protocolo de Kioto, comienzan sus compromisos de protección de la atmósfera de forma conjunta y coordinada. España, al igual que cada país de la Unión, tiene su plan personalizado aprobado desde octubre del año pasado. En el marco del Plan Nacional de Asignaciones nos repartimos, entre otras cosas, el aire. Y además lo hacemos tratando de que permanezcan estables otras variables como son el empleo, la competitividad nacional e internacional, o la demanda energética. Estas cosas nunca se hacen a gusto de todos, pero la cosa es que por primera vez se hace a gusto de nuestro medio ambiente, mandado por nuestro gobierno, y conjuntamente con una gran cantidad de países.
Lo primero que llama la atención de este plan de asignaciones es que no están hechas las asignaciones (a nivel específico). Y hay razones para ello. Desde la aprobación de la directiva en la Eurocámara se ha iniciado un proceso de selección de industrias que potencialmente puedan reducir su producción con costes mínimos. Estos costes incluyen las pérdidas por la reducción del mercado que abarquen estas industrias, así como el desmantelamiento de las instalaciones competentes. Comienza así un dialogo con las empresas responsables de la emisión de CO2, para que a medio plazo se reduzcan las emisiones en conjunto, y además se acuerden las ayudas a las más perjudicadas.
La directiva incluye a una serie de sectores de la industria para los que la asignación es específica y no se verá reducida. Este conjunto tendrá autorización para emitir el 40,5% del total de las emisiones en territorio nacional. Esto es equivalente a 126,25 millones de toneladas de CO2. Si es poco o mucho, queda a la discreción del lector.
El resto de sectores, y en especial el energético y el industrial, deberán reducir sus emisiones en 50 millones de toneladas de CO2 en el periodo comprendido entre 2005, y 2007. Así, se reservan 94 millones de toneladas para el sector energético, y 71 millones para el industrial. Sólo quedará una pequeña porción de 3 millones de toneladas de CO2 que se permitirá que emitan las industrias que comiencen su andadura durante esos tres años. Esta es pues la razón de que el reparto se vaya haciendo en función de las solicitudes que vayan apareciendo, y la evaluación de la importancia del sector al que éstas corresponden.
A pesar de medidas tan fuertes, el periodo 2005-2007 es sólo el rodaje de una segunda etapa mucho más importante y definitiva en lo que a conservación de nuestra atmósfera se refiere. Los detalles de esta segunda etapa siguen estando sobre las mesas de los congresos, y se espera que estén lo bastante elaborados para el año 2006. La intención de fondo es que en 2012, las emisiones de CO2 de todos los países suscritos estén un 24% por debajo de las emisiones que teníamos en el año 1990.
Nos repartimos el aire, para tener aunque sea poluciones comparables a las de los años 80. El más difícil todavía es que competimos con potencias económicas que no han firmado en Kioto, y que parecen tener intención de seguir aumentando sus emisiones. Cualquier cosa que consigamos de todo esto será un verdadero logro.
Repartiéndonos el aire
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