domingo, enero 16, 2005

El siglo de la colonización espacial

A estas alturas todas las previsiones apuntan en el mismo sentido. Este será el siglo en el que poco a poco iremos ocupando de forma permanente los cuerpos celestes más cercanos a la Tierra. La carrera espacial sigue adelante imparable, animada por sus éxitos, y a pesar de sus fracasos. Al nivel que nos encontramos, la colonización espacial tiene pocas pretensiones en lo que se refiere al asunto de paliar la superpoblación que sufrimos en la Tierra. Más bien de momento nos conformaremos con bases espaciales de corte científico, al estilo de las instalaciones que tenemos en el continente antártico. Y no es para menos, porque las condiciones de vida en cuerpos como la Luna o similares serán con toda probabilidad mucho peores de soportar, que aquellas que soportan los habitantes del polo sur. Para empezar, los planetas o satélites que carezcan de atmósfera, obligarán a sus habitantes a protegerse de los efectos más dañinos de nuestro Sol. Las tormentas solares que aquí en la Tierra apenas son motivo de auroras boreales, en la Luna serán cuestión de vida o muerte. Un paseo por la luna mientras esta se baña de un lengüetazo de fuego solar será sin duda el último paseo que dé cualquier ser vivo. También hay que decir que es de vital importancia para nuestra protección, aquí en la tierra, el campo magnético terrestre.
Si en cambio tenemos atmósfera, habremos resuelto algunos problemas para tener otros casi insufribles. La única atmósfera amigable que conocemos de momento es la nuestra. Los módulos de exploración de Marte como el Pathfinder, el Spirit o el Oportunity, soportan unas temperaturas de -55ºC, que en un buen verano llegan a unos agradables 27ºC. La exploración en los polos, haría necesario un sistema preparado para soportar hasta -133ºC. Como no necesitan respirar, no llevan mal eso de que la atmósfera esté compuesta principalmente de dióxido de carbono (95%). Hay restos menos significativos de nitrógeno (2.7%), argón (1.6%), oxígeno (0.15%) y agua (0.03%). Y por decir algo bueno, habrán observado en las fotos de la televisión que no parece haber mucho viento. Es cierto que apenas hay brisa a ras de superficie, hasta el punto en que se espera que los paneles solares de los módulos queden inservibles por acabar cubiertos de polvo en una lenta sedimentación. Sin embargo sabemos que las nubes más altas forman tormentas semejantes a las de la tierra.
Con todo esto, se esperaba que tanto el Spirit como el Oportunity aguantaran 90 sols funcionando. Llamamos sol a la medida de un día de Marte. Ambos han soportado el invierno marciano (casi el doble de largo que el nuestro), en el que sus paneles solares recibían mucha menos luz. Y todavía siguen funcionando: Spirit lleva 279 sols, y Oportunity 258 sols, porque llegó a Marte un poquito más tarde. ¿Qué clase de instalación tendremos que montar los humanos que la colonicemos para soportar semejantes condiciones? ¿Qué diabólico aire acondicionado montaremos que filtre el dióxido de carbono, y nos mantenga en aire fresquito?
Yéndonos al extremo opuesto de temperaturas, también esta semana ha sido noticia la aventura del módulo Huygens en su entrada a la atmósfera de Titán. Esta luna de saturno tiene temperaturas de -180ºC, y presión “razonablemente” parecida a la de la tierra (1.5 atmósferas). Su atmósfera es rica en argón, etano, dióxido de carbono, y compuestos orgánicos. La elección es buena porque tal y como ha ocurrido, las temperaturas no escarcharon ninguno de estos elementos en las lentes del módulo, y por eso las fotos han salido así de bien. Para nosotros la vida en una luna como Titán se presenta imposible, dentro de los márgenes de la tecnología actual, y la del futuro inmediato.
Incluso visto en condiciones tan duras, no decae el ánimo. Se dice que ya vive la mujer o el hombre que pisará por primera vez Marte. El tiempo irá transformando esta quimera en un espectáculo como el que Neil Armstrong protagonizara en 1969.


No hay comentarios: