Es noticia que la Voyager I ha alcanzado en estos días lo que conocemos como el límite de nuestro Sistema Solar. Veintisiete años ha tardado desde que el verano de 1977 partiera de Cabo Cañaveral. Del mismo sitio partía también entonces la Voyager II, con diferentes objetivos. Aunque les asignaron distintos planetas para explorar, las dos comparten un destino final parecido. Tal y como muestra el esquema de la imagen, la Voyager I se aleja hacia el norte con respecto al plano planetario a una velocidad que supera el millón y medio de kilómetros al día. Para hacerse a una idea de lo que esto significa, podríamos decir que en este momento la Voyager I completaría el tramo Madrid-Moscú en menos de 4 minutos. Por su parte, la Voyager II se aleja por el semiplano sur, y está todavía un 20% más cerca de la Tierra que la Voyager I. Su velocidad de crucero también es algo menor, y por eso todavía no ha alcanzado la frontera del Sistema Solar.
Podría pensarse que la órbita del planeta más alejado del Sol sería el límite más razonable para la frontera del sistema, pero se proponen otros límites bastante adecuados. La llamada Fase Shock de Terminación (Termination Shock) delimita la zona a partir de la cual el viento solar pierde su fuerza y comienzan a producirse cambios en el comportamiento de las partículas cargadas. Los sensores de la Voyager I ya han dado testimonio de esto, y por ello se piensa que justo ahora se encuentra en esa zona. A partir de este punto, las placas solares de ambas Voyagers irán perdiendo utilidad, por la extrema distancia con el Sol. En previsión de esta situación, les instalaron 3 reactores nucleares para que puedan seguir emitiendo toda la información sobre lo que les está pasando en cada momento.
De esta manera, la Voyager pasará a explorar la llamada Heliosfera (Heliosphere), en la que se espera que encontremos vientos solares cambiantes, así como grandes perturbaciones caóticas e inesperadas. La zona de la Heliosfera que se encuentra en la trayectoria del Sol, se llama Heliocubierta o Heliocapa (Heliosheath). En efecto, el Sol también tiene una dirección determinada en su paseo particular por nuestra galaxia, de modo que deforma la Heliosfera retirando a su paso multitud de perturbaciones y tormentas. Estas perturbaciones acumuladas forman lo que la imagen muestra como Arco de Shock (Bow Shock), que nos encontramos a partir de la llamada Heliopausa (Heliopause). Desde ese punto, esperamos que el campo magnético del sol tenga influencia casi despreciable, y por tanto la Voyager quedará expuesta a durísimas tormentas magnéticas, y a los vientos interestelares.
Se preguntará el lector a qué viene tanto Helio-esto y Helio-aquello. Se trata de una ocasión muy especial para demostrar que la física tal y como la entendemos tiene consistencia. Porque todas esas capas y zonas, de momento no son más que predicciones que hemos hecho, pero está por ver si nuestras elucubraciones coinciden con lo que las Voyagers se encontrarán allí. Estos resultados son extremadamente importantes para seguir muchas líneas de investigación en lo que a cosmología se refiere.
Los reactores nucleares de ambas Voyagers dejarán de rendir allá por 2020, aunque esperamos que para entonces hayan tenido aventuras suficientes. Sin embargo todavía les queda una misión muy especial por cumplir. Aunque de esa hablaré en el artículo de la semana que viene.
1 comentario:
¿Has oido algo de lo de que la velocidad del voyaguer no coincide con la que deberia tener segun Einstein? Lo lei hace tiempo pero no se en que quedo la cosa
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