Es más o menos aceptado por todos que en ocasiones existe una relación entre ser una persona creativa y estar un poco tocado del ala. En efecto hay investigaciones al respecto que muestran que personas con una visión de las cosas un poco peculiar, que podría ser considerada un problema, tienen sin embargo un ingrediente esencial en lo que a inventiva y creatividad se refiere. Hay suficiente base para creer que lumbreras como Isaac Newton, Vincent Van Gogh, Emily Dickinson o Albert Einstein padecían un trastorno llamado personalidad esquizotípica. La esquizotipia aísla parcialmente a las personas que la padecen, y hace que desarrollen pensamientos y percepciones algo peculiares. A veces es el paso previo a la equizofrenia, pero en la mayoría de los casos no pasa de ser interpretada como un comportamiento “raro”. Para hacernos a una idea de lo comunes que son los comportamientos esquizotípicos, sirve contar que estos incluyen el llamado pensamiento mágico, que consiste en pensar que una acción determinada tiene consecuencias sobre algo que en realidad no tiene nada que ver con ella. Creer en una superstición como puede ser la de cruzarse con un gato negro, es un ejemplo de leve esquizotipia.
Los psicólogos Brad Foie y Sohee Park de la Universidad Vanderbilt en Nashville han publicado unos resultados muy interesantes a este respecto en la revista Schizophrenia Research. La novedad consiste en confirmar esta relación entre rareza y creatividad basándose en el comportamiento interno del cerebro. Para ello tomaron individuos de tres grupos: Esquizotípicos, esquizofrénicos y gente, llamémosla, “normal”.
La primera prueba era bastante sencilla. A todos se les enseñaba objetos típicos del hogar, y se les pedía que buscaran un uso diferente al habitual para cada objeto. Los esquizotípicos mostraban con diferencia una mayor creatividad en las propuestas para cada objeto, mientras que los esquizofrénicos y la gente más promedio mostraron más o menos la misma creatividad. Se observa aquí que es más mito el hecho de que la esquizofrenia esté asociada tan directamente a la creatividad. En algún lugar entre la cordura y la esquizofrenia se haya un toque que distingue a unos pocos privilegiados.
En la segunda prueba se les volvió a pedir nuevos usos para objetos cotidianos, pero además se estudió el comportamiento cerebral de cada uno de ellos mediante un método de escaneo cerebral llamado espectroscopia óptica. El estudio confirmaba otro asunto ya discutido hacía mucho tiempo. En el proceso creativo, todos los sujetos puestos a prueba mostraban una actividad cerebral repartida entre ambos hemisferios del cerebro. Sin embargo, los esquizotípicos mostraron además una intensa actividad en el hemisferio derecho, que supone un patrón completamente diferente en el proceso creativo. Esta peculiaridad es la que se cree asociada a la creatividad, en este caso concreto.
Ya fue cruel el destino con el pobre Van Gogh, que padecía una enfermedad que en nuestros días se habría resuelto con un tratamiento de pastillas de lo más habitual. El segador de aquel campo de trigo que se agachaba laborioso en su último cuadro fue un claro preludio de su muerte; la última llamada de socorro. Sin embargo todo pasa, y buenos son los tiempos que vivimos; la ciencia misma nos ayuda hoy a reconocer a los genios de mañana.
Vincent Van Gogh, Autorretrato
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