Me lo estoy pasando en grande revisando estudios psicosociales de todos los colores y temas. Aquí os dejo uno de los que más me han divertido.
El doctorando Robb Willer de la Universidad de Cornell en Ithaca (Nueva York), presentó el pasado mes de agosto los resultados de sus estudios sobre “Masculine overcompensation”, que yo he traducido como “Sobrecompensación masulina” sin saber bien si hay algún vocablo técnico más adecuado para esto. El término en cuestión hace referencia a ciertas reacciones que tenemos los hombres como consecuencia de que se ponga en tela de juicio nuestra masculinidad. Esto es algo que ya estaba en los arcanos del saber popular, pero que nunca viene mal cuantificar.
Willer asaltó los pasillos, dormitorios y jardines del campus de Cornell en busca de estudiantes (elegidos al azar) para que contestaran a un cuestionario. Bueno, más bien dos tipos diferentes de cuestionario. A algunos se les hacía el cuestionario normal, en el que se les hacían preguntas como su postura sobre la Guerra de Irak, los matrimonios gays, y luego cosas más personales como... qué tipo de coche se comprarían si pudieran. A los demás se les hacía es mismo cuestionario, pero con una peculiaridad: en mitad del cuestionario se les informaba sobre el nivel de masculinidad o feminidad que se extraía de las preguntas que se les había hecho hasta ese momento. Por supuesto se trataba de una trampa porque para empezar no hay manera de saber ese nivel, y mucho menos a partir de semejantes preguntas. Una vez informados de este nivel, se continuaba con el cuestionario como si nada. El objetivo era saber si las respuestas dadas después de informarles de su masculinidad o feminidad tenían algo de diferente con las de aquellos sujetos que hicieron el cuestionario normal.
Vamos por partes con los resultados. Mujeres a las que se les dijo en mitad del cuestionario que eran más bien femeninas: a partir de ese punto contestaron muy parecido a las que no se les dijo nada. Mujeres a las que se les dijo en mitad del cuestionario que eran más bien masculinas: Igual, ningún cambio. Hombres a los que se les dijo que eran más bien masculinos: Igual, ningún cambio. Y por último, y aquí está el tema, hombres a los que se les dijo que eran más bien femeninos: En este último caso cambia el comportamiento mucho, con respecto a los hombres a los que no se les dijo nada.
Veamos con más detenimiento este último caso. Algo sucede en los hombres a partir de que son informados de una supuesta feminidad. Según el informe, en este caso los hombres se muestran avergonzados, con sentimiento de culpa, enfadados e incluso hostiles. A partir de ese momento se les pregunta por su postura en cuanto a la Guerra de Irak, y de forma muy clara se muestra que muchos más de lo normal tienen posturas a favor. Se les pregunta por los gays, y tienen opiniones más tendentes a la homofobia. Y la que me parece más divertida: cuando les preguntan que qué coche quieren, contestan aplastantemente que quieren lo que los americanos llaman un SUV (sport utility vehicle); en otras palabras, un deportivo o un todoterreno. Compensan la inseguridad que les crea su recién anunciada feminidad con posturas que según ellos son claramente masculinas.
Me llama la atención el componente cultural que tiene esta concepción de la masculinidad. En España, que la mayoría somos anti-guerra y que los gays tienen más libertades, ¿qué prontos nos entrarían a los hombres si nos sometieran a esta prueba? ¿Es esto solo cosa de los varones norteamericanos? Permitidme dudarlo. ¿A más macho más inseguro? Bueno, eso es caer otra vez en lo de medir la masculinidad. En fin, no sé, divagaciones.
1 comentario:
En el fondo, cuando alguien intenta modificar su conducta para demostrar algo, suele ser porque ese algo que intenta demostrar no es tan cierto como quiero dar a entender.
Y lo digo yo, que soy muy macho, ¿que no? Dame la escopeta y vamos a pegar tiros por ahí! :D
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