Hay tecnologías desarrolladas para ciertos campos de investigación que en un momento determinado encuentran su utilidad en áreas completamente diferentes a aquellas para las que fueron pensadas. Este es el caso de los sistemas de detección y catalogación de estrellas. Se trata de programas capaces de reconocer la porción de cielo a la que se hizo la foto, según la posición de las estrellas que aparecen en la misma. El programa en cuestión mete en su base de datos la posición relativa de las estrellas que detecta en la imagen, así como la intensidad con que emiten, y la base de datos le devuelve el nombre de cada estrella y las coordenadas. Esta es una forma rápida y automática de catalogar los miles de millones de estrellas que tenemos al alcance de nuestros telescopios, además de ir ubicando los nuevos astros que vayamos encontrando.
Refinando esta máquina de detección y catalogación de puntitos blancos, la NASA’s Goddard Space Flight Center en Greenbelt, Md., ha iniciado un proyecto con el biólogo marino Brad Norman de Australia, y el programador Jason Holmberg. El sistema seguiría registrando imágenes, y estas imágenes seguirían teniendo puntitos. Pero esta vez las imágenes no serían de estrellas y galaxias, sino de las impresionantes y moteadas ballenas-tiburón. Así, el conjunto de manchas que rodean el cuerpo de la ballena-tiburón serán utilizadas como su huella dactilar, para tenerla localizada y reconocible independientemente del lugar desde donde se le haga la foto, y de lo que haya crecido y cambiado la ballena desde la última foto.
De nuevo, se trata de una forma rápida y cómoda de automatizar el catálogo de ballenas-tiburón. Este trabajo de reconocimiento ya se hacía antes con medios más rudimentarios, pero se volvía muy tedioso debido al elevado número de ballenas-tiburón y a la inevitable y continua revisión debida a nuevas generaciones.
Por supuesto las aplicaciones van más allá de tener un álbum de fotos de las ballenas-tiburón que se vayan detectando y fotografiando. Se aprovechará el sistema para saber también velocidad y la forma en la que crecen estas ballenas, además de poder estudiar muchas facetas de su comportamiento como migraciones, dispersión, afectividad social y familiar, etc.
La aplicación funciona especialmente con esta especie, debido a que las manchas de su piel destacan con mucha claridad con respecto al fondo negro del resto de su cuerpo (ver imagen). Pocos animales o plantas poseen esta cualidad.
El interés es además particular en este caso, debido a que esta especie está considerada como susceptible de extinción, y un conocimiento más profundo de la misma, podría poner en marcha medidas más efectivas para su protección.
Las ballenas-tiburón miden unos 20 metros de largo en su edad adulta, y habitan aguas cálidas no muy alejadas del ecuador al norte y el sur del mismo. Su alimentación comienza con la selección y filtrado de alimentos, y resultan inofensivas para el hombre. Sin embargo el hombre, en su vertiente degenerada de cazador furtivo, representa el mayor peligro para esta especie. De las estrellas al mar, tal vez podamos protegerlas lo suficiente.
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