Encontrar regularidades en medio del caos nunca pudo ser un título más adecuado que en el caso del estudio publicado el pasado 30 de Septiembre por los físicos Clauset y Young de la Universidad de Nuevo México, en Albuquerque. Utilizando herramientas matemáticas de una rama de la estadística llamada estadística extrema, presentan una serie de invarianzas en las incidencias de ataques terroristas en todo el mundo. Dicho de otra forma, muestran que hay aspectos de los ataques terroristas que han permanecido constantes a lo largo del tiempo. El estudio abarca desde 1968 hasta el año pasado, e incluye los datos aportados por el National Memorial Institute for Prevention of Terrorism (MIPT). Podemos acceder a esta crónica del terrorismo en la web www.tkb.org
El estudio pasa por alto las razones políticas, religiosas, medioambientales o territoriales de cada ataque en particular, y presenta sin embargo una norma común a todos ellos, como un pulsador aparentemente regular de rabia, desesperación y violencia. En promedio se produce un ataque en el mundo cada 17 horas, y este es el punto de partida para estimar el tiempo necesario para que un número determinado de ataques maten a un cierto número de personas.
Luego están los picos de la gráfica: Los ataques más terribles, pero también menos frecuentes. El 20 de Marzo de 1995 se libera gas Sarín en la hora punta del metro de Tokio, con más de 5000 personas entre heridos y muertos. El 7 de Agosto de 1998 un coche bomba en Nairobi, Kenya, mata o hiere a más de 5200 personas. El 11 de Septiembre de 2001... etc. Se estima un ataque de esta magnitud o peor para antes de 2012 si la tendencia sigue como hasta ahora.
La probabilidad de que ocurra un nuevo ataque sigue una ley de tipo exponencial. Es decir, que crece según un exponente que permanece constante. Esto se debe a cómo han ido teniendo los distintos grupos terroristas acceso a nuevas tecnologías con las que han aumentado las posibilidades de lograr sus objetivos. Al igual que cuando se han hecho estudios de incidencias bélicas, el terrorismo sigue con bastante fidelidad este patrón de comportamiento.
En la gráfica de este estudio vemos dos representaciones. En rojo y con círculos se representa la severidad de estos ataques a lo largo del tiempo. Los puntos se alinean en subidas y bajadas como si de escaladas de violencia y enfriamientos se tratara (recordemos que son ataques diferentes en diferentes partes del mundo). Casi parece como si los terroristas de un lado dijeran, tras ver las noticias, algo así como “Bueno, ahora a nosotros nos toca hacer un ataque de esta severidad”. Surrealista.
En azul y con triángulos vemos el intervalo de días entre un ataque y otro a lo largo del tiempo. De finales de los años 60, cuando podemos ver que se producía un ataque 1 vez al mes, hasta nuestros días ha habido un descenso claro en el intervalo de días sin ataques. Merece la pena hacer un breve énfasis en la esquina inferior derecha de la gráfica, de 2002 a 2004, donde vemos que los ataques son ya diarios. Este es el feliz resultado de la “guerra contra el terror” que algunos países de occidente han llevado a cabo en este tiempo. Sin quererlo (o eso se espera) han contribuido notablemente a dar forma a esta lamentable representación.
Lo más preocupante de este estudio es que trasciende de muchísimas variables locales para mostrar tendencias globales que podrían tener más que ver con un mal endémico al que sólo algunos se atreven a poner nombre. Como en otras ocasiones, el que lee, entienda.
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