Los plazos vencen, y con la misma fuerza vencen las necesidades impuestas. Todavía en la primera legislatura del PP, el entonces presidente Aznar decía rotundo en el parlamento: “Centrales nucleares no”. Me pregunto qué informaciones tendría el estadista en aquel momento para prometer algo que ni él ni ningún otro gobierno será capaz de cumplir en bastantes generaciones por venir. Centrales nucleares no puede ser como mucho un deseo de buena voluntad, pero ni en el mejor de los casos tendremos la inversión suficiente para cubrir la tercera parte de lo que aportan a base de energías renovables. Así de alta es su rentabilidad, guste o no. Y de momento no hay ni por asomo una alternativa viable, no sólo desde el punto de vista tecnológico, sino también desde el político relativo a reparto de fondos. En la concienciada Eurocámara ya hace tiempo que comprenden esto muy bien.
Después está el asunto de la seguridad y los residuos, de los que ya diserté hace como año y pico, y que la actualidad vuelve a poner sobre la mesa. En mayo se abrirá el plazo para que todas las poblaciones españolas que lo deseen presenten sus candidaturas para albergar el futuro cementerio nuclear. Las instalaciones podrán dar unos 1500 puestos de trabajo indirectos a los locales en cuestión, pero lo más suculento es que el municipio elegido recibirá subvenciones (12 millones de euros al año, y 18 millones desde 2030) en concepto del riesgo que puede suponer tener cerca de su población semejante infraestructura.
España dispone de un único almacén nuclear situado en El Cabril (Córdoba). El problema es que su diseño le permite albergar únicamente residuos de baja y media actividad. Por tanto los residuos generados por las centrales nucleares españolas quedan fuera de su jurisdicción. A fecha de hoy sólo la central nuclear de Trillo (Guadalajara) dispone de un almacén temporal individual (ATI), que también tendrán en los próximos años las centrales de Zorita (Guadalajara), Cofrentes (Valencia) y Ascó (Tarragona).
El nuevo cementerio también es de carácter temporal (100 años), y espera centralizar un total de 6700 toneladas de residuos provenientes de todas las centrales nucleares de España. También es la solución a un préstamo que tiene fecha de caducidad: los británicos nos devolverán en 2011 sin condiciones el uranio (100 toneladas) y el plutonio (600Kg) que les pedimos que nos guardaran en sus almacenes de alta actividad mientras nosotros nos construíamos uno propio. Con los franceses tenemos un acuerdo semejante (12 metros cúbicos de residuos de alta actividad, y 650 de baja) con fecha de devolución en 2010. Estos últimos, en caso de no llevarnos los residuos en el plazo fijado, nos empezarían a cobrar en concepto de espacio en sus almacenes hasta 50000 euros por día. El gobierno español no quiere verse sometido a semejante cuota y el parlamento ya ha ordenado que la construcción del nuevo cementerio debe comenzar en 2007 como mucho. Enresa hasta el momento está cumpliendo con los plazos.
El proyecto tiene también como objetivo el evitar que se tengan que construir 8 ATIs (uno por cada central española) con la consiguiente dispersión de residuos y el gasto en seguridad que ello supone.
La ubicación no requiere condiciones especiales; puede estar en la costa o en el interior. La novedad en este caso es que la población seleccionada habrá elegido albergar el almacén por voluntad propia y no por imposición como ocurrió con las centrales nucleares. Algún municipio de Guadalajara parecía interesado en los últimos meses, pero siguen apareciendo informaciones encontradas sobre si realmente es así. Con la apertura del plazo se verá si hay más interesados.
Almacén nuclear de El Cabril (Córdoba)
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